viernes, 10 de septiembre de 2021

LA CUEVA Y EL GRUPO DE BARRANQILLA ¿UN TEMPLO DE CULTURA?

En la primera mitad del siglo XX hay una figura que resaltar en la tertulia barranquillera: el librero catalán Ramón Vinyes y Cluet, nacido en Berga, en 1882. Llegó en 1913 a Colombia huyendo de un gobierno que lo perseguía por luchar por la independencia de Cataluña. Establecido en Barraquilla, fundó con otro catalán, Xavier Auqué I. Masdeu, la Librería R. Viñas & Co., donde conformó una tertulia que se alimentó con las lecturas de las obras del librero. También fundó la revista Voces, que circuló entre 1917 y 1920. La librería se incendió en 1923, pero años después Vinyes fundó la Librería Mundo, con Jorge Rondón Hederich, en donde desarrolló tras su regreso a Barranquilla, en 1940, una tertulia acreditada con intelectuales de Barranquilla, de la costa y el país, en torno a la literatura, el periodismo, el cine y la pintura.  También fue partícipe de otra tertulia, la del Café Colombia, en el centro de la ciudad y vecina al Mundo, que comenzaba tras cerrarse la librería y reunía contertulios comunes, como Alfonso, hijo de José Félix Fuenmayor, Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio y Germán Vargas. Ramón Vinyes fue muy apreciado por García Márquez, quien lo llamó “el sabio catalán”. Una exageración, según Armando Benedetti Jimeno, para quien “Vinyes no fue un sabio. Sus cuentos y obras teatrales están lejos de merecer elogios discretos, y hasta su propia crítica literaria se muestra decepcionante”.

Son los anteriores importantes antecedentes de La Cueva y sus protagonistas, referencia que no faltará cuando de la tertulia literaria se hable en Barranquilla. Así lo demanda el reconocido prestigio de sus integrantes. No obstante, siempre albergaré la duda de cuánto fue cultura y cuánto fue relajo. Quién lo vivió es quien lo sabe diré parafraseando al Carnaval de Barranquilla. Y hoy tal vez el único que lo sabe es el único sobreviviente del Grupo, Plinio Apuleyo Mendoza, quien en alguna entrevista dijo: Ahí hablábamos de todo, de literatura, pero también de humor y de mujeres, por supuesto [...] A veces solo se emborrachaban y hablaban de escopetas, tiros y esas vainas”.

En la distancia puede percibirse La Cueva como templo de cultura, pero pudo ser más sitio de trago y diversión de intelectuales y artistas. Pero más que esto me importan las personalidades y sus obras, a todas luces sobresalientes, como lo atestigua una notoriedad que obtuvo el Nobel y trascendió las fronteras de su patria. Valga la pena la simpática expresión de Jacques Gilard:El grupo no existió, pero fue importante". Y es que hasta sus integrantes han negado su existencia. Qué tan grupo y qué tan tertulia fue está por resolverse, y mientras se resuelve su fama se sigue acrecentando. Lo cierto es que con sus integrantes todo fue mamagallismo, palabra que por primera vez utilizo en un escrito, pero que tal vez sea la ideal para describirlos.

José Cervantes Angulo en su escrito Los secretos de La Cueva cita a Félix Fuenmayor cuando dice: “Ese no fue un tertuliadero literario ni nada de esa vaina que se han inventado los cachacos con su prosopopeya pseudointelectual. La Cueva era una tienda donde se vendían yuca, arroz y manteca, y después cerveza Águila, cuando Álvaro la surtió. [...] Entonces surgió aquello de la tertulia, pero no se trataba de tertulias literarias y artísticas, sino roneras. Allí lo que se consumía era ron en cantidades alarmantes. [...] Nada de Faulkner, ni Joyce, ni Hemingway. Nada de Bach, Mozart o Beethoven. Allí lo que sonaba era la rumba, el son cubano, el cha cha cha (sic), el ritmo tropical, Celia Cruz, el inquieto anacobero Daniel Santos”. José Miguel Racedo complementa: “La finalidad de nuestras reuniones era la de mamarle gallo a todo el mundo. Era una tertulia de ron sin literatura”. En cambio, según Quique Scopell, en la finca de José Félix Fuenmayor, en Galapa, sí hablaban de literatura José Félix y Alfonso Fuenmayor, García Márquez y Cepeda Samudio.

Tertulia o no -todo puede ser tertulia-, el Grupo de Barranquilla existió en los años 40 y 50 del siglo pasado. Comenzó hacia 1940 con las reuniones de la Librería Mundo y el Café Colombia, que hacia 1954 pasaron a una tienda de la esquina de la calle 59 con carrera 43, llamada La Cueva, de propiedad del odontólogo Eduardo Vilá, donde, al parecer, la literatura y el arte se mezclaron con el jolgorio y la ebriedad.

Próspero Morales Pradilla dio en 1954 la primicia de ese grupo creativo de jóvenes de Barranquilla, cuyo nombre de Grupo de Barranquillo se consolidó tras una nota de Germán Vargas en la revista Semana. Años antes, el grupo había fundado el semanario Crónica, dedicado a la literatura y al deporte, como medio de difusión de la producción de sus integrantes. Estuvo bajo la dirección de Alfonso Fuenmayor y contó con García Márquez como jefe de redacción, pero tuvo corta vida, solo circulo entre 1950 y 1951.

La Cueva vio pasar contertulios como Plinio Apuleyo Mendoza, Consuelo Araújo, Fernando Botero, Álvaro Cepeda Samudio,  Jorge Child Vélez, Meira Delmar, Rafael Escalona, Juan B. Fernández Renowitzky, Alfonso Fuenmayor, Gabriel García Márquez, Enrique Grau, Héctor Rojas Herazo, Ángel Loochkartt, Nereo López, Néstor Madrid Malo, Próspero Morales Pradilla, Alejandro Obregón, Roberto Prieto, Juan Antonio Roda, Orlando “Figurita” Rivera, Julio Mario Santodomingo, Enrique Scopell, Germán Vargas y Eduardo Vilá.

Por haber ganado el Nobel, Gabriel García Márquez es hoy la figura más descollante de La Cueva, pero no está muy claro que tan asiduo fue de la tertulia. Vivió en La Arenosa entre 1950 y 1955, y así como se afirma que fue uno de los miembros más habituales, Jacques Gilard y otras voces son enfáticas en que García Máquez nunca la frecuentó. Quique Scopell, integrante del grupo afirma tajante que “Gabito nunca fue a La Cueva”, ¿Quien entiende? Si también había afirmado que “allí nos reuníamos Alfonso Fuenmayor... Gabriel García Márquez, Bob Prieto y yo”. Scopell también atestigua que Escalona “venía muy esporádicamente porque vivía en Valledupar”, al igual que Germán Vargas, porque vivía en Bogotá.

El Grupo de Barranquilla no estuvo exento de controversias y desacuerdos con escritores y otras agrupaciones literarias, y es así como Jacques Gilard, colombianista francés, recuerda sus confrontaciones con “las vacas sagradas del panorama nacional, López de Mesa y Calibán, entre otros” y sus críticas a Eduardo Carranza y los escritores caldenses.

La Cueva cerró sus puertas en 1959. Años después, La Cueva fue restaurada, y en la actualidad es centro cultural, galería de arte y restaurante-bar. Con Heriberto Fiorillo La Cueva sigue siendo sitio de todo tipo de tertulias.

Luis María Murillo Sarmiento MD.

BIBLIOGRAFÍA

·         Benedetti Jimeno A. Defenestrando a un sabio. La Prensa (Panamá) [Internet]. 27 ago 2021. [Consultado 8 mar 2020]. Disponible en: https://www.prensa.com/impresa/perspectiva/Defenestrando-sabio_0_1504349583.html

·         Cervantes Angulo J. Los secretos de La Cueva. Caribania Magazine. 1994. [Consultado 10 oct 2019]. Disponible en: https://caribaniamagazine.webcindario.com/AJUNIO7/h_jn/lacueva.htm]

·         Escobar Vilá, A. El Grupo de Barranquilla recordado por Plinio Apuleyo Mendoza. 24 oct 2018. [Consultado 7 mar 2020]. Disponible en: https://www.semana.com/contenidos-editoriales/barranquilla-sisepuede/articulo/el-grupo-barranquilla-recordado-por-plinio-apuleyo-mendoza/588319

·         Fiorillo H. Gabo y el grupo de Barranquilla. Corporación Otraparte. 22ago 2013 [Consultado 10 mar 2020]. Disponible en: https://www.otraparte.org/actividades/literatura/la-cueva.html 

·         Gilard J. El Grupo de Barranquilla. Revista Iberoamericana. 1984; [Consultado 27 sep 2019];50(129):905-35. Disponible en:  https://revista-iberoamericana.pitt.edu/ojs/index.php/Iberoamericana/article/viewFile/3978/4146

·         Grupo de Barranquilla. [Internet]. Wikipedia, la enciclopedia libre. 13 sep 2019.  [Consultado 22 sep 2020]. Disponible en:  https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Grupo_de_Barranquilla&oldid=119286081

·         Joaquín Mattos O. Morales Pradilla, Cepeda y García Márquez. El Heraldo [Internet]. 19 feb 2021 [Consultado 10 mar 2020]. Disponible en: https://www.elheraldo.co/columnas-de-opinion/joaquin-mattos-omar/morales-pradilla-cepeda-y-garcia-marquez-702645

·         Los cuatro discutidores: el Grupo de Barranquilla descrito por Gabriel García Márquez. Centro Gabo. 2019 [Consultado 10 oct 2019]. Disponible en: https://centrogabo.org/gabo/contemos-gabo/los-cuatro-discutidores-el-grupo-de-barranquilla-descrito-por-gabriel-garcia

·         Salcedo Ramos A. Crónica y el Grupo de Barranquilla. El Colombiano [Internet]. 22 feb 2015 [Consultado 10 jun 2020]. Disponible en: https://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/cronica-y-el-grupo-de-barranquilla-LA1345519

·         Vanegas Mejía, JA. Dos pilares del Grupo de Barranquilla. Vniversitas. 23 jun 2016. [Consultado 2 mar 2020]. Disponible en:  http://vniversitas.over-blog.es/2016/06/dos-pilares-del-grupo-de-barranquilla.html

lunes, 6 de septiembre de 2021

CAVILACIÓN EN TORNO A LAS TERTULIAS

Las tertulias, reuniones informales dispuestas al diálogo sobre diversas temáticas, en las que la conversación lo abarca todo, y lo literario suele ser centro de atención, son de vieja data. Venidas de Europa, tienen las nuestras un ancestro español. De pronto, en su incierto origen, sí hayan nacido en aquellos corredores de los teatros llamados tertulias en los que los espectadores charlaban antes de la función y los críticos después de las obras teatrales.

La tertulia no nació con Tertuliano, pero probablemente gracias a él tomó su nombre. Las obras del escritor y padre de la Iglesia del siglo II Quinto Septimio Florente Tertuliano habrían originado las tertulias cuando se volvieron motivo de discusión entre nobles y aristócratas durante el reinado del rey Felipe IV en el siglo XVII. Pero también pudieron surgir con las reuniones de escritores de las academias literarias del Siglo de Oro Español (1492-1659), o en los corrales de comedias del teatro público de los siglos XVI y XVII.

En 1852 el diccionario de la Real Academia Española definió las tertulias como “junta de personas de ambos sexos, para conversación, juego y otras diversiones honestas”. Hoy las define como “reunión de personas que se juntan habitualmente para conversar o recrearse”.

Y si de charlar se trata, la tertulia tuvo que anteceder a todo cenáculo o coloquio, porque conversar ha debido ser un rasgo de la especie desde que adquirió la facultad para comunicarse. Con la aparición de la cultura se refinó y se llamó tertulia.

Las tertulias animan a pensar y a debatir, a ilustrase y compartir conocimientos, y a aligerar, muchas veces, la solemnidad y la tensión con el humor, la chispa y el ingenio. Las tertulias fomentan relaciones, promueven amistades y, eventualmente, dada la condición humana, antipatías y envidias. 

El coloquio, la charla amena y el intercambio de pensamientos y saberes es el alma de la tertulia. La informalidad es más la regla que la excepción, al punto que aquellas más estrictas y formales, y que constituyen mayor fuente de saber, probablemente tengan, por fuerza del hábito, menos alma de tertulia que las más ligeras que con toda propiedad se arropan con el calificativo. Estas cuartillas son un homenaje a las unas y a las otras, realmente de todas, con su propio estilo y con sus propias normas... o sin ellas.

El término tertulia es amplio, flexible, cobija desde la cita de encumbrados intelectuales hasta la de ligeros opinadores. Se asocia mucho con la literatura, pero estrictamente literarias no son la inmensa mayoría, incluidas las denominadas como tales.

Y es que la tertulia es como el pensamiento, vuela y discurre por tantos caminos que, aunque trate de concentrarse en una materia, termina en otras enfrascado. Es flexible, es promiscua, es tertulia, al fin y al cabo; luego tiene licencia para hablar de todo. Las hay que giran en torno a la poesía, la literatura, la historia, la música, el arte, la ciencia, la política, los negocios, el deporte, el día a día, y cuantos intereses tocan la mente humana. Pueden ser informales o sobrias, como entretenidas o profundas; improvisadas o programadas, como exquisitas u ordinarias. Pueden ser charla, recital o conferencia. Pueden llevarse a cabo en gran salón, en auditorio, en casa de los contertulios, en los cafés como en los parques. Pueden ser un círculo cerrado de contertulios, o reuniones abiertas al público, con una “población flotante” en las que los únicos asistentes habituales y comprometidos son los organizadores. Muchas reuniones culturales se han adjudicado tal denominación y a fuerza de convivir con ellas como tertulias las vamos aceptando.

Así entendidas, tratar de clasificarlas puede ser tarea titánica. En Colombia son una multitud, más de corta que de larga vida, más intrascendentes que trascendentes, más ignoradas en los anales, que citadas. Muchas ni tertulias fueron. Eso puede decirse del ayer, eso puede decirse del presente.

Luis María Murillo Sarmiento MD.