miércoles, 6 de agosto de 2014

A MI CIUDAD DE HISTORIA Y DE LEYENDA

A MI CIUDAD DE HISTORIA Y DE LEYENDA
(A Bogotá en sus 476 años)

Doce chozas y tres conquistadores,
en la memoria de mi  tierna infancia
encendieron la devoción por la ciudad
del blasón del águila negra, el oro y la granada.

En mis noveles caminos, de pasos imprecisos,
el suelo de Gonzalo pasó bajo mi planta,
impresionó mi vista la luna de los muiscas,
y sus cielos grises trazaron mi nostalgia.

Fueron las calles tendidas
al pie de la montaña albergue de mi huella,
afines a mis pasos.
La Bogotá histórica fue la de mi infancia,
la de mi mocedad,
la del Agustiniano…
allá en la Candelaria.

Callejones coloniales, en ires y venires,
fueron como mi palma.
Familiares, la Plaza Mayor,
la Plaza de las Yerbas -con nombre renovado-,
el Chorro de Quevedo, la iglesia de Las Aguas,
aquella que recuerda
la del Humilladero.

Indios, conquistadores, realistas y patriotas,
sucesión de dominios cruzan ante mis ojos.
En procesión los tiempos regresan del pasado,
los redime la historia del olvido
y de nuevo caminan a mi lado.

A cada paso se vuelve de mi entraña
la memoria en adobe modelada:
el colegio mayor de Fray Cristóbal,
la casa de Pombo y la de Silva;
San Francisco, La Veracruz y La Tercera;
La Catedral, el Capitolio, la Plaza de Bolívar;
el observatorio de Mutis y de Caldas,
el Camarín del Carmen, el Teatro Colón,
la Casa de la Moneda;
el Palacio de la Carrera
-en predios en que nació Nariño-,
el palacio de la “noche septembrina”…

Y unos miradores en los cerros,
Guadalupe, La Peña y Monserrate,
centinelas de historia milenaria.

La Bogotá de ahora, la Bogotá moderna
es un canto al futuro que todo nos prodiga,
pero en mi pecho late la rancia,
aquella añeja,
española y mestiza,
que de niño se metió en mis venas.


LUIS MARÍA MURILLO SARMIENTO

jueves, 1 de mayo de 2014

SOÑANDO LO IMPOSIBLE

Cierro los ojos
para hallarte en mis ensueños.

Y brota en mis visiones
tu grácil esencia juvenil...
tan fresca;
tu larga caballera de azabache,
- noches profundas
atrapadas en tu pelo -;
tu límpida mirada
-espejo de un alma cristalina-
reflejo de amor y de inocencia;
tus labios encendidos,
marco de tu boca primorosa;
tu sonrisa exquisita y cariñosa
- surtidora de todas mis venturas -;
y tus manos finas,
que en su delicadeza
traducen tus afectos.

Cierro mis ojos
para hallarte en mis ensueños.

!Qué plácida es mi vida
en tu presencia!
Imaginar tu amor
rendido a mi cariño.

En mi sueño
tiemblo al abrazo
de tu cuerpo cálido,
siento -en tu pecho reclinado-
el cadencioso palpitar
del corazón enamorado,
a tu oído musito
los versos más hermosos,
y entrelazo tus manos con mis manos
y juntas atrapan los dones de Cupido.

Imagino besarte con dulzura,
y entregarte mi ser
en cada instante.

Irresistible atracción
que sueña lo imposible,
locura de un pecho delirante,
momentáneo extravío
de una razón que sabe
que no dirás nunca:
“te quiero”.


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Del amor, de la razón y los sentidos")
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lunes, 17 de marzo de 2014

EN MI PARTIDA

¿Por qué están tristes quienes este cuerpo miran?
¿Por qué hay tristeza ante esta masa inerte?
¿Por qué sufren cual si la vida de un soplo se apagara?
¿Por qué esa sensación de ausencia irremediable,
y esa fatalidad ante unos ojos cerrados para siempre?

¿Por qué hacéis de la arcilla menguada una derrota?
¿Y de unos restos el fin inexorable?
¿Es que no habéis visto mi vuelo al infinito,
liberado al fin de la atadura mortal que me postraba?

¡Dirigid al cielo la mirada
y veréis en el cenit mi ser en su apogeo!


LUIS MARÍA MURILLO SARMIENTO ("Este no es mi mundo")

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lunes, 6 de enero de 2014

AMOR PATERNO

En tu sueño,
plácido y profundo me detengo,
contemplando el soplo prodigioso que te anima,
y veo la réplica perfecta de un hombre en miniatura,
una brizna que mueve los corazones pétreos,
una enorme pequeñez que agita sentimientos tiernos.

Eres la prolongación de mi existencia,
y sin embargo en nada te pareces:
menudo y frágil
contrastas con mi imagen recia;
incontaminado y puro,
distas de mi savia contagiada.

Eres un suspiro sublime
que debiera durar eternamente.
Mas no basta el sentimiento
para que este instante feliz nunca termine:
los años pasarán sin que se paralice el tiempo.

Hoy cuido tu sueño,
embebido, absorto,
imaginando de adulto
tu rostro y tus facciones,
proyectando a tu sino la mejor estrella,
hilvanando tu vida a mi vida
sin barreras de tiempo ni de espacio.

Mañana serás tú
quien me sientas quebradizo y frágil,
pero obsesionado aún con tu ventura.
Y cuando las flores cuides en mi camposanto,
su fragancia exhalará mi aliento,
para que sepas hijo,
que desde el cielo,
por ti sigo velando.


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Intermezzo poético – Razón y sentimiento")

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