viernes, 7 de marzo de 2008

PULSO FIRME*

Cual si la represión biológica de las especies inferiores también se diese en los humanos de peor calaña, hoy cuando un gobierno presidido por un hombre como pocos valeroso*, ha frenado el ímpetu devastador del narcoterrorismo, asistimos al desbordamiento de la subversión: plaga destructora parcialmente por aquélla controlada.

Los últimos y dolorosos sucesos nos enseñan que la ausencia de un estado autoritario, permite fácilmente el surgimiento de las conductas más aberrantes y dañinas, y perpetúa los mayores horrores de que es capaz el ser humano.

Ante la ausencia de una ofensiva y enérgica respuesta militar, la comprensible reacción de autodefensa de quienes son víctimas inermes de la atroz criminalidad de la guerrilla, termina suplantada por bandas de asesinos miserables que sin distingos se ensañan casi siempre no contra los malos hijos de esta patria, sino contra los buenos ciudadanos de Colombia.

Invoquemos pues, de este gobierno valeroso, toda su energía en el aniquilamiento de los obtusos movimientos subversivos, generadores por reacción, de esa otra violencia que tampoco desean los colombianos.

¡Señor presidente, con ellos, no más flexibilidad, tan sólo pulso firme!


Era en marzo de 1990 presidente de Colombia, Virgilio Barco Vargas, quien valientemente hizo frente al embate del cartel de Medellín, pero otros dos fenómenos desestabilizaban al país: un movimiento guerrillero ya para entonces viejo y sanguinario -las FARC-, y las autodefensas, que también pasaron a la historia como paramilitares, y que surgieron como fuerza para enfrentar a la guerrilla ante la debilidad del Estado. Este artículo fue publicado en el diario colombiano El Tiempo el 12 de marzo de 1990 (pág. 5D)

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Epistolario periodístico y otros escritos")

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