viernes, 4 de septiembre de 2009

UNA SECRETARÍA INEFICIENTE *

En una ciudad tan caótica como la capital de la República, nada resulta tan exasperante como la ineptitud de sus autoridades.

Las de tránsito, por ejemplo, incapaces de resolver las congestiones, se han aplicado con ahínco a exigir el cinturón de seguridad en los trancones. Disciplinados y enérgicos los agentes en tan peligrosa misión, son en cambio flexibles (¿temerosos?) a la hora de reprimir los desmanes de cuanto rufián en Bogotá conduce los vehículos de servicio público. Seguros han de ser esos cinturones en nuestras congestionadas calles; seguros para entregar atada la víctima a los atracadores que merodean en los atascos.

Materia de seguridad para la Secretaría, en cambio, no parece, puesto que no se ve que se sancione, tanta buseta sin puerta trasera, ni tanto bus ejecutivo, de aquéllos que no llevan pasajeros de pie, repletos en horas pico de pasajeros sin asiento. ¿Cuántas personas más tendrán que calcinarse?

Lo prioritario no se hace, porque no existe racionalidad ni planeación; se despilfarra, por el contrario, el presupuesto, invadiendo la ciudad con señales que no parecen necesarias, que imponen absurdamente -si no es que hay de por medio un contrato lucrativo- sentido único a vías sin flujo o a las calles interiores de los barrios, para dificultar su acceso e incrementar el uso de combustible en recorridos que no se justifican; se señaliza lo obvio y se colocan semáforos donde no los recomienda la prudencia. Otras medidas, como las reglas para la recolección de pasajeros, las restricciones al tráfico pesado, y la prohibición de cruces, incapaz la Secretaría de Tránsito de hacerlas respetar, debería recogerlas en provecho de su propia imagen. ¿Para qué propiciar su propia burla?

No hay autoridad para impedir que buses, camiones y carrozas fúnebres se apropien con paso lento de los carriles rápidos de las autopistas, No hay imaginación para imponer una velocidad mínima, pero sí derroche de ingenio para anunciar sanciones al excéntrico chofer contraventor del programa “Locos Videos”, cuando cualquier mente lúcida no descubre más que una graciosa e ingenua manifestación de humor en la extravagancia de aquel conductor que no hace más que una caricaturesca censura de la indisciplina social. Contrasta tanta severidad con la negligencia para sancionar con rigor a cuanto vehículo público hace cruces indebidos, hace caso omiso de los semáforos en rojo, transita por calles que le son vedadas y obstruye, recogiendo pasajeros, los puentes que deberían agilizar el tránsito. Si no respetan al agente –indiferente- que debería sancionar el irrespeto de la norma, menos la señal que lo prohíbe.

Los contribuyentes demandamos de la Secretaría de Tránsito una gestión más eficiente y un uso más racional de los recursos. Antes que derrochar el presupuesto colocando alocadamente los semáforos y las señales, se debe ejercer la autoridad con valentía, sancionando al conductor en proporción directa a la gravedad de su infracción y no al estilo de nuestras justicia: en relación inversa a la peligrosidad del delincuente.


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Epistolario periodístico y otros escritos")

* La carta enviada el 21 de enero de 1995 a Antanas Mockus, Alcalde Mayor de Santafé de Bogotá, consignaba parte de los males del tráfico de la urbe colombiana. El programa de cultura ciudadana del ingenioso alcalde propició el respeto por las normas y la consideración por las personas. Su sucesor, Enrique Peñalosa se apuntó con la inauguración de “Transmilenio”, sistema masivo de transporte, un éxito rotundo. Pero el sistema ágil, cómodo, seguro y ordenado, con la masificación ha perdido sus virtudes. Su sobrecupo ya es peor que el de aquellos buses que en la carta criticaba, y de la seguridad tan pregonada se ha pasado a la desconfianza que generan los atracos. Se impuso el “Pico y Placa”, restricción para que los vehículos circulen ciertos días, pero hoy los que transitan (60%) son más que todos los que existían cuando se impuso la medida. En conclusión los males no han desaparecido, apenas han cambiado.

VOLVER AL ÍNDICE
VER SIGUIENTE ESCRITO