jueves, 24 de enero de 2008

A ENFRENTAR LA MUERTE Y A DISFRUTAR LA VIDA

José presintió que pronto moriría cuando el doctor Mendoza dio el dictamen de un cáncer infiltrante. Sabía que la profundización del cáncer en la pared del estómago ensombrecía el pronóstico, además todos los miembros de su familia que lo padecieron murieron irremediablemente. Sin que una sola de las palabras del médico lo llevara a deducir el desenlace, dio por hecho que el destino le había puesto fecha al final de su existencia. Así lo hizo vivir a quienes lo rodeaban. Fue apresurado, porque hacían falta otros exámenes para dar por cierto el fatal convencimiento; con la sola infiltración muchos son los pacientes que se curan.
Su corazonada, sin embargo, comenzó a cumplirse cuando la tomografía mostró ganglios linfáticos periaórticos comprometidos. Entonces se afirmó en su rechazo a medidas extremas salvadoras. El doctor le propuso una laparoscopia para hacer un diagnóstico preciso. Le respondió, sin intención de volver, que después decidiría. Las posibilidades reales de sobrevivir con los hallazgos disponibles le parecían ridículas. No quería afectar su estado favorable. Temía que cualquier intervención afectara sus buenas condiciones y trastornara los planes que tenía para el trecho final de su existencia. No quiso oír a los amigos que lo instaban a un tratamiento sin demoras; sabía que los pocos síntomas no desmentían la severidad de la dolencia. Meses después, cuando a su juicio había hecho lo que tenía que hacer, se enteró de que retoños del tumor echaban raíces en el hígado.
Prefirió aprovechar su buen estado y disfrutar la vida. «No permitiré que el presente se arruine con los nubarrones del mañana, ni que mueran primero mis ilusiones que mi cuerpo». Ni esperar resignadamente la llegada de la muerte, ni luchar decididamente contra ella estaba en sus proyectos. Previsivo y metódico, había planeado con muchos años de anticipación el derrotero de sus días finales. Algunas lecturas sobre su enfermedad lo habían hecho desechar toda esperanza. Tenía certeza absoluta sobre la muerte próxima.
A la desazón natural se contraponían las ventajas de su trance. De repente todas las cargas de este mundo resultaban despreciables, le valían un comino los problemas y las exigencias de la vida; no porque el dolor de morir le impidiera concentrase en otra cosa, sino porque se sentía con potestad de renegar de todo, de eludir obligaciones, de repudiar cuanto quisiera, sin temer sus consecuencias en la Tierra. Podía ser más provocador que nunca contra las exigencias estúpidas y las normas sin sentido; podía hasta prescindir de los racionales consejos de sus médicos. Ya no tenía que rechazar los suculentos platos que le aumentaban el colesterol y amenazaban matarlo de un infarto. «¡Cuanto me perdí pensando en la vida, pensando en la muerte voy a recuperarlo!». Se sintió con derecho al placer, a probar y a practicar todo lo prohibido; aunque todo, tratándose de José, no era hasta el tope.
No obstante su clamor por la libertad, llegaría al sepulcro más contenido que desenfrenado. Pero sí hizo realidad ciertos placeres. Los culinarios fueron los primeros, los más urgentes: estaba suficientemente ilustrado de la anorexia que vendría y de la incapacidad para pasar el más minúsculo bocado.
Pensó que si el objetivo de su vida había sido la afirmación de su personalidad, derribando mitos y sembrando la duda contra lo establecido, su carrera hacia la muerte no podía seguir un curso pasivo y rutinario. Sentía la necesidad de ser distinto, de obrar diferente a los demás mortales, de convertir en victoria la derrota.


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Seguiré viviendo")

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TU SONRISA

Hay una sonrisa
en que la belleza se quedó atrapada,
hay una sonrisa que me trae la dicha
que siempre he soñado.
Hay una sonrisa de rojo encendido
que es pasión y amor...
es fuego en los labios.
Hay una sonrisa tan suave,
tan tierna
que tiene en esencia
el encanto de niña.
Hay una sonrisa
que guarda en los labios
la expresión más dulce...
toda venturanza.
Hay una sonrisa tan iluminada
que mi ser deslumbra,
es una sonrisa que con su ternura
devuelve a la vida toda la esperanza.
Hay una sonrisa que mi amor revive,
por la que mis sueños parecen reales.
Hay una sonrisa en que se dibuja
toda la hermosura del género humano.
Hay una sonrisa que vive en mi alma
que el dolor aleja en horas amargas.

Hay una sonrisa por la que yo vivo,
hay una sonrisa que yo quiero tanto,
hay una sonrisa...
por la que yo aguardo.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Poemas de amor y ausencia)


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EL MUNDO ACTUAL Y LOS VALORES TERRENALES* (El hombre y Dios)

El mundo actual vive una época de grandes transformaciones, con adelantos que prometen acentuarse con el correr de los años. Los conceptos e ideas se tratan y expresan con mayor amplitud, con mayor libertad, desapareciendo las severas restricciones de antaño, que hacían de principios morales, hoy discutibles, verdaderos dogmas.

No es, por lo tanto, errado afirmar que el mundo contemporáneo se caracteriza por un gran escepticismo que se acrecienta de acuerdo con los estatutos sociales y sobre todo los culturales. Concretando estas ideas, podemos decir que el hombre actual quiere vivir de realidades, cuyo verdadero valor es discutible, porque son realidades terrenales, cuya naturaleza es todavía desconocida por el físico y por el biólogo, quienes apenas han descorrido una ínfima porción de su infinito misterio.

La fe es para el hombre la línea de menor resistencia y se acomoda más a las soluciones fáciles. Intuitivamente puede desconfiar de estas “verdades” y prefiere la razón, que infortunadamente opone grandes obstáculos a su inteligencia.

Sin embargo tenemos razones para ser optimistas. El hombre se ha introducido en el dilatado mundo del átomo e incluso ha llegado a dominarlo, aunque se sienta incapacitado todavía para hallar el verdadero valor de su existencia.

Estas circunstancias hacen que el hombre se debata entre la razón y la fe y busque a Dios. Mientras el hombre ignore el infinito que le rodea, no tiene derecho a despojarse de Dios, y cuando sea dueño de la sabiduría que encierra ese infinito, entonces tendrá seguridad de Dios.

¿Hasta que punto es censurable la actitud del hombre actual ? No sabría decirlo, pero termino estas reflexiones con una afirmación que no me admite dudas: a medida que el hombre evoluciona y su lógica se hace más brillante, la afirmación de la existencia de Dios, se hace imperativa.



* Punto de vista de un bachiller: lo que era el autor del blog en 1974

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Epistolario periodístico y otros escritos")

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Has revivido mi alma
y has hecho renacer
mis sentimientos.

El nubarrón del cielo
lo extinguiste,
y el insondable azul
ha vuelto a ser resplandeciente.

No es más la noche
obscuridad que aterra,
sino refulgir
de estrellas y luceros.

De la vida he vuelto
a conocer las ilusiones,
de los sentimientos,
la ternura;
y mis penas...

Mis penas
a tu sonrisa
se han rendido.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Del amor, de la razón y los sentidos")


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