jueves, 17 de septiembre de 2009

CARTA XLIII: ESA FORMA DE SER TAN EXQUISITA

Septiembre 18

Copito:

Me asombra tu ser tan juvenil, lleno de sorpresas, colmado a la vez de experiencia y de virtudes, de cualidades que únicamente se forjan con los años y sólo se dan en corazones nobles.

Eres el ser exquisito que buscaba, la hermosa imagen que anhelaba mi corazón para inspirarse, el espíritu comprensivo y amoroso para llenar de placidez mi vida.

Inconmensurable es tu dulzura, un mar inmenso en que se ahogan todas mis desdichas.

Tu corazón es bondadoso, libre de resentimiento a pesar de tantas amarguras.

Sabes ser madre, sembrando amor en el corazón de tus pequeños. Tu mano no sabe de castigos, porque tu sabio instinto maternal conoce la expresión de las caricias. Tus reproches son alentadores y efectivos porque inculcas el amor e induces el respeto. ¡Ay de aquéllos que forman sin ingenio, que someten por temor, sembrando en los hijos el germen de la rebeldía!

No todo el que recibe amor puede tornarlo, pero quien nunca lo ha tenido con dificultad podrá expresarlo. Fomentar el amor es una obligación ineludible de los padres con la sociedad y con los hijos. No hay ingrediente más efectivo que el amor para la convivencia.

Me fascina ver que concedes a tus hijos toda su importancia, que no le demeritas, por pequeños, sus razones. Que escapas a la torpeza de quienes consideran que la mente y la afectividad del niño corren a la par que su pequeño cuerpo. Que consideran que sus derechos, sus emociones y deseos son frente a los de los adultos menos importantes. Que sus aspiraciones y sus sueños pueden postergarse. Que su pequeño mundo tiene escasa trascendencia.

Creo que tu forma de ser me ha rendido para siempre: Eres en todo cuanto haces, todo lo que busco.

Luis María Murillo Sarmiento ("Cartas a una amante")

VER SIGUIENTE CARTA
VOLVER AL ÍNDICE