viernes, 27 de febrero de 2009

CARTA XXXIX: NO ERES LA OTRA, SIEMPRE LA PRIMERA

Septiembre 3

Embriagador Copito:

El romanticismo y la sensualidad son el mar en que navegan los amantes, libres de los deberes de una unión formal, proyectando su afecto al infinito.

La amante encarna el amor fresco pero también representa la ruptura con un orden que no se reconoce, simboliza un grito de libertad y de protesta.

No todas las amantes son iguales, no a todas las animan las mismas intenciones, no todas sufren de la misma forma.

A ti te quiero de cara al sol y con la frente en alto. Te quiero a mi lado erguida y sin vergüenza, altiva, capaz de proclamar tu amor, reclamando el derecho que tienes a mi afecto. No una más, no la otra; siempre la primera. Puede saber el mundo que te quiero. Que no jugamos su moral plagada de dobleces. Uno soy ante el mundo y fiel... fiel, claro, a mis principios. Actúo como pienso y con valor para afrontar el peso de mis actos.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Cartas a una amante")

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sábado, 21 de febrero de 2009

LAS MANOS

Instrumentos que edifican o destruyen
al vaivén de la naturaleza humana.

Para labrar la tierra,
en recias se transforman
las manos tiernas
que acarician con dulzura.

Y aquéllas que unidas,
a Dios se elevan pidiendo bendiciones,
también enérgicas empuñan el acero,
lúbricas recorren un talle cautivante,
de razones llenas imprimen
con la pluma un pensamiento,
amorosas escriben un te quiero
o envilecidas se manchan
con la sangre del hermano.


Luis María Murillo Sarmiento ("Del amor, de la razón y los sentidos"

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viernes, 13 de febrero de 2009

LA ESTERILIZACIÓN

Comprendidos los fenómenos que precipitaban la infección postoperatoria, se entendió la importancia de proveer para las cirugías unos instrumentos libres de microbios. En un principio las heridas únicamente podían ser manipuladas con elementos tratados con fenol o con agua hirviente. Más adelante Koch demostró que aquél no era tan eficaz y que entre los antisépticos eran verdaderamente útiles la tintura de yodo, el sublimado y el alcohol, sustancias que desafortunadamente deterioraban el instrumental quirúrgico. Presentó entonces como alternativa a la desinfección química predominante, un método nuevo, el vapor de agua, efectivo también contra las esporas. El mundo siguió sus enseñanzas.

En pos de la esterilización el ingenio del hombre recorrió muchos caminos. En Francia, Terrier creó el esterilizador a vapor. En Alemania, Bergmann y Schimmelbusch contribuyeron con técnicas asépticas que trascendieron hasta los quirófanos actuales. Downes y Blunt en 1877 demostraron la acción de la luz solar sobre el líquido putrescible. Nuevos estudios a principios del siglo siguiente hallarían en la franja ultravioleta de aquélla energía la explicación de su poder germicida. Con resultados variable Prochownick y Spaeth en 1890 y Beattie y Lewis en 1920 experimentaron con diversas corrientes eléctricas; y Rieder en 1902 utilizó los rayos X consiguiendo la destrucción del vibrión colérico. Bruynoghe y Dubois en 1925 expusieron la leptospira al radium atenuando su patogenicidad, pero sin destruirla. También las ondas sonoras de alta frecuencia fueron objeto de experimentación por Wood y Loonis en 1927; pero más elemental y eficaz seguía siendo el calor, tal como había sido confirmado desde 1881 por Koch, Wolffnüsel, Gaffky y Löefler. Aún Spallanzani en el siglo XVIII había ya demostrado la destrucción de protozoos mediante la ebullición. Más efectivo que el seco, resultaba el calor húmedo; y más la esterilización a presión que en condiciones atmosféricas.
Ácidos y álcalis (Kröning y Paul 1897), sales (Ficker 1898), jabones y detergentes, alcoholes y ésteres (Epstein 1897), fenoles, colorantes y aceites, yodo, sales de mercurio, agua oxigenada y derivados del alquitrán de hulla como substitutos del ácido fénico, radiaciones ionizantes y ultravioleta, desinfectantes clorados, compuestos de yodo y difenoles, terminarían por engrosar la lista de los desinfectantes utilizados; pocos en realidad llegarían a perdurar.


BIBLIOGRAFÍA
1. García Font Juan. Historia de la ciencia. Barcelona: Ediciones Danae. 1964: 220-221
2. Glascheib H.S. El Laberinto de la medicina. Barcelona: Ediciones Destino. 1964: 113-116, 124, 132
3. Laín Estralgo Pedro. Historia universal de la medicina. 1a. Ed. Barcelona: Salvat Editores. 1980: Tomo 7: 405
4. Phair S, Warren P. Enfermedades infecciosas. 5ª. Ed. México: Ed. McGraw Hill Interamericana. 1998: 118
5. Pedro-Pons Agustin. Tratado de patología y clínica médicas. 2a. Ed. Barcelona: Salvat Editores, 1960: Tomo VI: 6, 405
6. Sigerist Henry. Los grandes médicos. Barcelona: Ediciones Ave. 1949: 92, 97 (ilustración), 253, 258, 260
7. ToPley W. C, Wilson G. S, Miles A. A. Bacteriología e inmunidad 2a. Ed. Barcelona: Salvat Editores. 1949: 100, 106-108, 110, 111, 118-128
8. Thorwald Jürgen. El Siglo de los cirujanos. 1a. Ed. Barcelona: Ediciones Destino. 1958: 23, 272-273, 272 (ilustración), 317, 318, 320 (ilustración), 323
9. Thorwald Jürgen. El Triunfo de la cirugía. 1a. Ed. Barcelona: Ediciones Destino. 1960: 256, 377-378
10. Thwaites J. C. Modernos descubrimientos en medicina. Madrid: Ediciones Aguilar. 1962: 59
11. Von Drigalski, Wilhelm. Hombres contra microbios. Barcelona: Editorial Labor. 197-198


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Del oscurantismo al conocimiento de las enfermedades infecciosas")

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viernes, 6 de febrero de 2009

DECREPITUD

La eternidad de la vida
es un segundo.
La belleza un instante fugaz:
nostálgico recuerdo.

¡Avanza tiempo implacable
consumiendo en tu brasa la tersura!
Salpica de pátina la piel alabastrina.
¡Ájala, ultrájala y percúdela!

Muestra la decadencia a la piel juvenil de terciopelo;
que la tez rendida delate el ocaso en sus arrugas.
Húndete en las miradas vivaces y fulgentes,
y que se tornen los ojos encarnados y sin brillo;
que sombras tras las sombras aniden
en la opacidad de la mirada.

Que el roble se deshaga
y el acero se rinda ante los años,
que claudique el músculo vencido
y la osamenta colapse ante su peso,
que la carne otrora palpitante
esconda con vergüenza su lascivia.
Y por último,
que trémulo y corvado,
el cuerpo se hinque ante su tumba,
y en una visión fantasmagórica,
su macilento espectro
se abrace en las tinieblas con la muerte.


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Intermezzo poético – Razón y sentimiento")

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