viernes, 29 de abril de 2011

CARTA LVIII: UN LIBRO A LAS AMANTES

Noviembre 4

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Lo de ayer desborda toda palabra que pretenda describirlo. Fui feliz y sentí tu felicidad a flor de piel, en íntimo contacto con la mía. Mi memoria no admite en este instante evocación distinta a la hermosa celebración de tu cumpleaños. Y siento un arrebato, un impulso enorme de perpetuar los maravillosos momentos en tu compañía.

Ya no tengo duda, mi próximo libro, a ti, mujer adorable, habré de dedicarlo. No serán las “Cartas a mi amante”, ni las “Cartas de un amante”, porque lo que menos quiero es sonrojarte. Como por esos títulos nunca hubo simpatía, lo llamaré “Las cartas a mi amada”. Considero que quedas satisfecha. Variará su título mas no su esencia.

Exaltaré en sus páginas a aquella mujer que reúne las virtudes con que el hombre sueña. La mujer que ama y que es amada, la mujer que no necesita un documento legal para sentirse segura de su hombre. La mujer que hace de la pasión una aventura, la amante perfecta y la perfecta amada.

Sin amantes el amor no existe. En ellos aparte del afecto y la pasión todo es superfluo. Amor y amante, son términos que se confunden en una misma razón, en un mismo sentimiento.

Hablaré de ti y de mí, y a través nuestro de todos los amantes. Descubriré sus motivos, mostraré la condición humana que incita sus acciones, descubriré que en sus actos la bondad impera, expondré sus derechos, defenderé su causa.

Por ello, lleva amante mía la frente en alto. Sin aflicción y sin estigma. Que son otras, las que no aman, las que amargan, se amargan y atormentan, las que deben mirarse con desprecio.



Luis María Murillo Sarmiento ("Cartas a una amante")

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