lunes, 5 de enero de 2009

CARTA XXXVIII: DEL AMOR Y LOS AMANTES

Agosto 30

Enternecedor Copito:

Dispuestos al amor estamos todos. Los que buscan lo tradicional y socialmente conveniente, como los dispuestos al escándalo y a romper barreras arbitrarias.

Amor llamamos a muchos sentimientos. Desde el paterno, el más perfecto, hasta el que buscan los amantes ligeros que apenas anhelan los placeres de la carne.

El amor de pareja sin embargo, por más interior y profundo que parezca, es un amor distinto, un seudoamor marcado por la posesión y el egoísmo. Un sentimiento que halaga al objeto amado sometido, pero que busca su destrucción si se rebela. Es una manifestación de bondad condicionada: se proporciona en la medida en que se goza de la exclusividad del ser que amamos. Para ser amor genuino le faltan cualidades, pero para no contradecir la tradición, amor sigámoslo llamando. Su poder, de todas maneras, resulta incontenible.

Hay amantes que buscan la relación fácil y el entretenimiento pasajero, que buscan la aventura recóndita y fugaz, sin perturbar la relación sólida del hogar reconocido. En la otra orilla, hay quienes desengañados de la pareja lícita buscamos afanosamente el ideal amoroso en brazos más amables. No perdemos la esperanza en el amor eterno y estamos dispuestos a vivir con otra un amor hasta la muerte. Para unos ese amor ha de permanecer oculto, para otros debe proclamarse. En particular creo que todo amor trascendental merece revelarse, aunque por conveniencia, el de los amantes con frecuencia se camufla.

El nuestro tendrá que ser trascendental y nada anónimo; por eso no me cohíbo al recorrer las calles asido de tu brazo, de tomar tu mano ante la muchedumbre y de acariciarte a los ojos de la gente. Sin temor y sin vergüenza le comunico al mundo que te amo. La otra no eres tú, sino aquélla que a pesar del contrato matrimonial se quedó sin mi cariño. Así que en pro de mi reputación no sigas ocultándote cuando un conocido pase a nuestro lado. Tu existencia no pone en peligro un matrimonio que en la práctica no existe. Déjales ese ejercicio a las amantes enfrascadas en idilios pasajeros.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Cartas a una amante")

VER SIGUIENTE CARTA
VOLVER AL ÍNDICE

CARTA XXXVII:LA FELICIDAD NO ES IMPOSIBLE

Agosto 26

Copito:

Me asombra la diversidad de formas con que el ser humano reacciona ante una misma causa y su extraordinaria capacidad para resurgir de las cenizas.

Ante un mismo hecho veo personas pasivas que lo sufren y lo aceptan, otras encuentro indiferentes, y otras más, por el contrario, me impresionan con su disposición para someter la adversidad. Igual hay personas maltrechas que les cobran a los demás su sufrimiento, mientras otras como tú, transmutan en bondad sus aflicciones.

Igual existe el que al primer revés se rinde y el eterno derrotado que continúa luchando. El que se deleita sin motivo y el que a pesar de las dichas vive en la amargura.

Todos anhelamos la ventura y en diversa magnitud la conseguimos. ¿Por qué unos más? ¿Por qué otros menos? La medida no la da definitivamente nuestro entorno, es algo interno. La felicidad es personal, es subjetiva, lo que cada individuo determine, no lo que los demás supongan. La felicidad es la satisfacción consigo mismo. No hay otra manera de entender la felicidad bajo un criterio práctico.
Si se tratase de la armonía perfecta y del placer imperturbable en nuestro interior y en nuestro entorno, tendríamos que afirmar que la más mínima expresión de felicidad es imposible.

La felicidad es un don en exceso subjetivo que nosotros mismos construimos. Quien la aguarda de fuera la posterga hasta la muerte. Aunque he padecido muchas veces la tristeza y no ha perdido oportunidad mi pluma para registrarla, he tenido la fortuna de adaptar con sabiduría mi vida a las vicisitudes y gratificaciones que me depara el mundo. Por este motivo puedo decirte que hoy en medio de la adversidad estoy feliz, más cuando hay una nueva causa para serlo: tú, una experiencia grata y novedosa.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Cartas a una amante")

VER SIGUIENTE CARTA
VOLVER AL ÍNDICE