lunes, 28 de enero de 2013

LA PRIMERA ANESTESIA OBSTÉTRICA*

El 19 de enero de 1847, el profesor de obstetricia de Edimburgo, James Young Simpson consiguió el primer parto sin dolor al suministrar por primera vez éter a una mujer embarazada. Apenas el 21 de diciembre de 1846 se había empleado el anestésico por primera vez en Europa. Aunque mitigaba el dolor sin disminuir las contracciones uterinas, como se temía, las grandes dosis necesarias y la tos durante la recuperación, llevaron al profesor Simpson a experimentar en su propia humanidad toda clase de gases y vapores.

El 4 de noviembre de 1847 bien valió la pena que los cuerpos de Simpson y sus acompañantes, los doctores Dunkan y Keith, por el efecto de la última inhalación rodaran sin sentido por el suelo: habían hallado el anestésico que buscaban.

Hecho el descubrimiento, Simpson comenzó a experimentarlo en los partos, vertiendo en un pañuelo una cucharadita de cloroformo, que era inhalada por las pacientes, quienes despertaban reconfortadas. Era sin lugar a dudas un anestésico superior al éter, pero enemigos gratuitos resaltaban sin mayor evidencia que era tóxico fetal y ortodoxos intérpretes de las sagradas escrituras, horrorizados, condenaban la soberbia de querer cambiar el destino de "parir los hijos con dolor". "Fruto del demonio", "aire de satán", bautizaron al anestésico, y excomuniones se ofrecieron a quienes lo emplearan.

Hasta profesores de medicina se opusieran a su uso en increíble demostración de fanatismo de quienes creyéndose tan cercanos a Dios, se olvidaban de la compasión por el dolor ajeno. Definitivamente el cloroformo debía ser proscrito. Pero Simpson invocando la misma fuente sagrada repetía del Génesis: "Y Dios sumió a Adán en un profundo sueño y él se durmió. Y El le sacó una de sus costillas...". "Ahí tienen ustedes, Dios les da permiso para usar el cloroformo".

En 1853 la Reina Victoria aceptó la anestesia para el nacimiento de su hijo Leopoldo. John Snow administró el cloroformo y el ejemplo real popularizó en Inglaterra el parto sin dolor. En 1857 la princesa Beatriz, unió de nuevo con su nacimiento los destinos de Snow y de la reina.

Para mejorar su técnica Snow introdujo la administración del cloroformo tan sólo durante el dolor de la contracción, procedimiento que se llamó narcosis interrumpida.

Desde aquéllos días muchos cambios se han suscitado en la analgesia y la anestesia obstétrica, y aunque los sencillos métodos de entonces desaparecieron, perdurarán en el recuerdo como semilla de nuestra moderna medicina.


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Epistolario periodístico y otros escritos")

* Este artículo fue publicado por el diario El Espectador el 8 marzo de 1997 (pág. 4A) y por Vanguardia Liberal el 18 de marzo de 1997 (pág 5A).
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