lunes, 15 de noviembre de 2010

LA ENTOMOLOGÍA Y EL DOCTOR MURILLO QUINCHE *

La referencia de Marta Morales al pionero de la entomología en el país, en su interesante artículo sobre los insectos en la edición del pasado 27 de junio, me insta a complementar la reseña con datos de incuestionable valor histórico.

La entomología de hoy representa la continuidad de una tarea iniciada por Luis María Murillo Q. en 1927, con la creación de los Servicios de Sanidad Vegetal y de Entomología Económica, primer e inevitable eslabón en la historia de la ciencia de los insectos en Colombia.

Con la Sanidad Vegetal, se constituía un importante filtro para la introducción de devastadoras plagas en nuestra agricultura y con la Entomología Económica se iniciaba el control de los insectos dañinos. Pero la referencia pasaría desapercibida si no comprendiéramos que esos seres minúsculos causan millonarias pérdidas a la economía y que en aquel año de 1927 el Ministerio de Industrias con millón y medio de pesos por todo presupuesto, no contaba más que con aquel entomólogo, frente a los seiscientos de la entomología económica de los Estados Unidos, y a los millones de dólares asignados allí a cada programa de erradicación de plagas.

Receloso del uso indiscriminado de los pesticidas y defensor de la lucha biológica, la aplicó con éxito en la erradicación de los insectos nocivos, dejando enseñanzas que hoy constituyen ejemplos clásicos de la represión biológica de las plagas. Anteriores a los suyos, nuestra historia sólo consigna exitosos, los experimentos de Federico Lleras Acosta (padre del presidente Lleras Restrepo) y Luis Zea Uribe, en 1913, cuando usando el método del profesor D'Herelle, inyectaron un hongo inocuo para el hombre, traído del Instituto Pasteur, a algunas langostas que pocas horas después presentaron una enfermedad diarreica que las extinguió en tanto que sus deyecciones servieron para propagar la epidemia entre la plaga.

Por ausencia de Sanidad Vegetal, llegó al país el pulgón lanígero de los manzanos en 1925 y afectó sin excepción a todos los huertos del país. Invadió el insecto los tallos y raíces y chupó la savia inyectando fermentos nocivos que produjeron tumefacciones, deformaciones y finalmente la muerte de los manzanos. Murillo consiguió con la introducción de la Aphelinus Mali (1929) erradicar la plaga en pocos meses. Era aquélla una avispita microscópica, entomófaga o destructora de los pulgones, los que perforaba con un estilete inyectándoles sus huevos. Las larvas resultantes se alimentaban devorándolo, y convirtiendo al pulgón en un cascarón negro. Terminada su labor la avispita volaba a los huertos, para reiniciar el ciclo. En tallitos ricos en pulgones parasitados diseminaba el científico las avispitas en las plantaciones enfermas.

También un predador descubierto por él y que lleva su nombre, la Neda murilloi, pequeño cucarroncito cuyas larvas cual caimanes diminutos se alimentan del pulgón, sirvieron para controlarlo.

En forma semejante combatió con éxito al gusano rosado del algodón con la avispita Aphanteles thurberiae, a las moscas chupadoras de sangre de las vacas con la avipa Spalangidae (1942), al gusano barrenador de la caña de azúcar con la avispa Trichogramma minutum destructora de sus huevos, y a la plaga de las plantas ornamentales de Bogotá con la Rodolia Cardinalis (1948).

Desde campesinos hasta ministros y senadores recibieron de él la enseñanza de qué son las plagas y como combatirlas. Entregó a la taxonomía nuevas especies, describió sus hábitos, su relación con el ambiente, su distribución geográfica y las formas para reprimirlas. La Cruz de Boyacá en 1962 y su elección como único latinoamericano miembros de honor de la Real Sociedad de Entomología de Bélgica fueron parte del justo reconocimiento a su labor científica.


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Epistolario periodístico y otros escritos")

* Publicado en el diario El Espectador de Bogotá el julio 10 de 1996 (pág. 4A), como complemento a un artículo periodístico sobre la entomología colombiana.

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