viernes, 15 de octubre de 2010

CARTA LV: DEFINITIVAMENTE SOMOS OBJETOS HOMBRES Y MUJERES

Octubre 25

Primoroso Copito:

Que no se diga que no eres un fascinante objeto de deseo. Lo disfrutas. Lo leo en la picardía que detecto en tu mirada.

Objetos somos tú y yo, sencilla y llanamente. Tú, objeto de pasión para los hombres, yo, objeto que apasiona a las mujeres.

¿De dónde, habrás de preguntarte, surge afirmación tan imprevista? Ocurre amor, que acabo de encontrar a cierta dama, que feminista se proclama, y se niega a ser objeto sexual de los varones. ¡Qué fatalidad! Las reglas de la naturaleza no cambiarán con su disgusto.

Detesto la tonta rivalidad entre los sexos. Cuán diferentes somos, pero no para actuar como bandos que anhelan doblegarse; para hacer, por el contrario, de esa diferencia un motivo exquisito que lleve a la mujer y al hombre a poseerse. Cambiar la manera de ser de cada sexo es un intento vano. No hay poder humano que le quite al macho su lujuria o a la mujer su propensión a los detalles. El re-sentimiento contra el comportamiento natural de cada sexo es un trastorno serio.

Considerar al otro objeto sexual, no es un insulto. Estoy seguro: es un halago. Un anhelo íntimo que algunos no confiesan. Ser deseado vivifica.

La propensión a despertar deseo es característica primordial de la autoestima de toda persona saludable. ¿No tendrá la mujer que lo rechaza conflictos con su feminidad y una sexualidad muy mal resuelta?

La naturaleza impone su mandato: que un género inspire en el otro la pasión, en juego encantador y delicioso, que compensa en buena parte los disgustos de la vida.

Afortunados objetos del placer somos nosotros, y no por ello menos intelectuales, ni menos espirituales, ni menos afectuosos.


Luis María Murillo Sarmiento ("Cartas a una amante")

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