domingo, 30 de junio de 2013

NO ES LA MUERTE, MADRE, MÁS QUE UNA TRANSITORIA DESPEDIDA

(A la memoria de mi madre. Saturia (1930-2013)

Una puerta, en mis sueños,
se abre del mundo mortal al paraíso.
Van cruzando por ella mis mayores
van desfilando a un reino
exento de amargura y de dolores.
Van dejando nostalgias en la Tierra,
y un raudal de afectos y de amores.

No reclamo el dolor de su partida,
me conforta su paso por mi vida:
¡La dicha de haber sido fracción
de su espacio y de su tiempo!

Fueron ellos origen de mi historia,
ternura y mimo en el albor de mi existencia,
sombra que resguardó mi infancia,
faro que dirigió mis pasos,
tierra firme en que asentó mi planta.

Suele afligir la ausencia
cuando el ser al infinito viaja,
mas la ausencia no existe en la memoria:
viven en mí mis deudos a salvo del olvido,
crece incluso el amor que les tenía.

Es una alucinada percepción la ausencia,
basta evocar para tenerlos cerca.
Solo fue la efímera materia el ropaje
que albergó su espíritu perenne,
luego en la cima del Cielo seguiré su rastro
nunca en sus cenizas en la Tierra.

No es la muerte más que una transitoria despedida
sin lugar a una lágrima egoísta
que cohíba al que zarpa su partida.
Es la muerte un viaje con valija ligera, solamente,
pletórica de lo inmaterial y lo intangible.
Una separación efímera:

¡Que con una sonrisa tierna al emigrante se despida!

No digo adiós
porque en tránsito estamos de encontrarnos.
¡No es la muerte, madre, más que una transitoria despedida!

Luis María Murillo Sarmiento Junio 28 del 2013