viernes, 19 de agosto de 2011

LOS PRODIGIOS DEL POEMA

Con una pluma por pincel
puede hacerse el cuadro más hermoso:
un paisaje a punta de vocablos,
un bodegón...
un fresco…
una obra maestra,
si se quiere.

Mezclando en la paleta palabras y colores,
proclama el bardo la emoción del lienzo.

Sin laúd ni clavicordio,
sin flauta, sin cítara y sin lira,
el verbo agita la cadencia
que le da musicalidad a las palabras:
brota un concierto con la armonía del verso.

Componiendo acordes con sílabas y frases,
puede el bardo musicalizar con los sintagmas.

El alma es muda por más que sufra,
por más que se estremezca;
por más amor que sienta,
por más odio que albergue.
Muda si los demás no pueden escucharla,
muda si no puede expresar sus sentimientos.

Trenzando afectos y palabras en el verso,
sublima el bardo la emoción humana.

Soy poeta,
y cantaré al amor y al sufrimiento
de la forma más elocuente y más sentida.
Construiré sueños,
tejeré ilusiones con mi verbo,
conmoveré la entraña pétrea,
aliviaré a los seres sin consuelo,
y encontraré en el verso
el camino perfecto para llegar al alma.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Intermezzo poético – Razón y sentimiento")

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