sábado, 2 de enero de 2010

CARTAS XLVI: LA INFIDELIDAD, ESA ADVERSIDAD QUE TE ATORMENTA

Septiembre 30

Cielo mío:

No sufras por hechos que no son por nosotros controlables.

Los celos y la infidelidad, son expresiones del hombre primitivo, pero son tan vigorosamente instintivos que ni el más lúcido intelecto los domina. Más aún, la infidelidad ha sido la marca de los hombres más geniales.

Escritores, políticos, pintores, escultores, científicos, monarcas, dieron fama a sus amantes, y a las esposas que lo toleraron -por interés seguramente- supremacía y privilegios. Breve no es la lista, por ejemplo, de primeras damas premeditadamente ciegas a las andanzas de sus lúbricos maridos a cambio de los honores del Estado.

Sé que no es de tu agrado el tema de la infidelidad y los amantes, acaso porque no has resuelto la pugna que hay entre tu comportamiento y tu conciencia. Yo en cambio he encontrado la luz en esa horrible gruta y anhelo que mis reflexiones ayuden a resolver tus confusos sentimientos.

Ni los celos ni la infidelidad son ideales, como tampoco lo son el envejecimiento, la enfermedad… la muerte. Pero existen y son inevitables. Con prontitud o con retraso llegan por más que resistamos. Tal vez cuando los genes de la especie sean modificados, se perderán de vista todos sus estragos.

La infidelidad se puede dar por un impulso necio, ¿pero cuantas veces por causa valedera? ¿Cuántas veces por mal-trato y desamor? ¿Cuántas por una rutina destructiva?

No debe la infidelidad atormentarte, fuiste infiel y con motivo, hoy no lo eres. Aquel vínculo, aunque no legalmente, sí de hecho está disuelto. Amante si lo eres, pero por culpa mía. Soy yo quien hace técnicamente ilícita la relación -por ser casado-. Si no lo fuera, no más dirían que soy tu novio. Tecnicismos necios que en nada alteran la realidad ni nuestro gozo, apenas le ponen otro nombre. Me siento feliz contigo y sé que soy correspondido. No enturbiemos nuestra felicidad por ese qué dirán que en la primera cita me diste a entender que no te perturbaba.

No pretendo que nuestra condición se glorifique, ni que para disculparla busques argumentos. Sólo mira en la su-perficie trasparente de nuestros destinos para encontrar en nuestra condición de amantes motivos evidentes.


Luis María Murillo Sarmiento ("Cartas a una amante")

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