martes, 14 de febrero de 2012

NOSTALGIA (II)

¿Por qué es triste la vida,
si rebosa de alegría por tu presencia?

¿Por qué es triste la noche,
si eres de ella lucero que refulge?
¿Si de pasión se arroban los amantes?

¿Por qué mis días parecen tristes,
si se iluminan con el sol de tu mirada?

¿Por qué a mis sueños la tristeza los invade,
si son la ilusión
para sentirte mía?

¿Por qué mis pensamientos
son presa de nostalgias,
si en ellos tu vives presente?

¿Por qué de la muerte
no temo su llegada?

¡Porque tu existencia
fue en mi vida una quimera!
En otro mundo...
seré al menos
el ángel que te guarde.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Poemas de amor y ausencia”)

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sábado, 4 de febrero de 2012

EL VOTO OBLIGATORIO*

La democracia a la fuerza es un exabrupto que no tolera la razón, y adversa ha de ser en consecuencia, la reacción al voto obligatorio que se tramita en el congreso. Proyecto que solamente cabe en la mente de políticos sedientos de poder y pletóricos de ambiciones personales.

No es auténtica, sin libertad, la democracia, como tampoco es calificable por el caudal de votos; lo es por el respeto universal a la determinación que por mayoría adoptan los votantes, porque hasta quienes se abstienen de votar la acatan.

Y paradójicamente no es mejor la decisión cuando todos participan, porque es de elemental conocimiento que las personas intelectualmente más preparadas para decidir constituyen apenas el vértice de la pirámide, y que es en cambio la muchedumbre manipulable y sin ilustración la que elige finalmente: insalvable imperfección de la democracia.

¿Será que el proyecto contempla que el candidato ganador deba tener la mayoría de votos contabilizando los blancos y los nulos? Si éstos como se espera se nutren de la franja abstencionista, nunca un candidato podrá ser elegido. Y se entenderá sin duda que el abstencionista más que un ser indiferente, es un ciudadano profundamente defraudado, que moralmente no puede ser atropellado con la obligación del voto; castigo que le imponen los causantes mismos de su apatía.

El sufragio obligatorio esclaviza a quienes anteponemos a la vida el derecho a la libertad; a quienes no aceptamos más dictados que los de la razón; a quienes sentimos innato al hombre el derecho a pensar y a disentir; a quienes consideramos el voto un derecho y no un deber.

El asiduo elector que estas líneas escribe promete si el monstruoso proyecto se hace ley, votar en blanco cuantas veces se coarte su libre decisión de ir a las urnas.

Lo más cautivante de la libertad no es disfrutar sus beneficios, sino saber que existe.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Epistolario periodístico y otros escritos")


* Esta opinión fue publicada en el diario colombiano El Espectador el 9 de noviembre de 1996 (pág. 3A). Periódicamente revive en Colombia la propuesta, pero por fortuna, hasta la fecha no ha tenido la acogida suficiente. Diez y seis años mantengo mi posición inalterable.

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