Llegó a tu playa
el mar
trayendo
esencias de otros mundos
y atesoró tu
suelo
el recuerdo de
otros tiempos.
Todo es rancio,
todo historia:
todo esencia de
recuerdos:
la muralla que
soportó el embate del pirata,
los baluartes
que retumbaron
ante el tronar
de los cañones,
los floridos
balcones,
los arcos, los
pórticos y las pesadas puertas,
las calles
estrechas y las casas de muros coloridos.
Los espectros en
los umbrosos callejones,
habitantes del
pasado
iluminados por
la luz de los candiles,
fantasmas que
brotan de la imaginación y en las tinieblas.
Tras la muralla
que atesora la historia y la leyenda,
otra Cartagena
de construcciones empinadas se alza:
la ciudad
moderna que apunta al porvenir,
la juvenil que se
envanece
con la rancia que guarda
los tesoros del ayer.
Son tus contrastes urbe cosmopolita,
que también albergas la
penuria y la pobreza.
Ya no riñen el indio y
el hispano
ya el negro no es
esclavo,
ya no se enfrentan el
chapetón y el criollo.
Mas su memoria
por tus esquinas ronda:
feliz evocación de la Colonia.
Es tu destino seducir
eternamente,
cautivar con tu historia
y con tu estampa,
lucir tus galas,
exhibirte añeja y
conservada.
Eres doncella que nunca se envejece,
amante a la que siempre se regresa.
Luis María Murillo Sarmiento MD.