martes, 5 de febrero de 2008

CARTA VII: EL LIBRE ALBEDRÍO EN EL AMOR NO EXISTE. A MI VIDA TE DOY LA BIENVENIDA

Junio 15

Mi muy querida Paola:

Si dueños fuéramos de nuestros sentimientos no nos impondría el destino amores agobiantes. Amores condenados al fracaso, que acaban cuando más los ponderamos o que a pesar del daño que causan no se extinguen, y en la razón fundáramos la elección de la pareja eterna. Pero es el corazón, para bien o para mal, la cuna de todos los afectos: tormentosos, plácidos, intemperantes, tiernos, agresivos, esclavizantes, libres, quiméricos, reales.

Había conocido mi vida el desamor y amores imposibles, cuando la luz de tu mirada encendió en mi alma nuevas ilusiones. No pude mantenerme incólume a ese sentimiento cuando más voluntad me sobraba para resistirlo. La bondad de tus ojos transmutó la libidinosidad que me acercó a tu cuerpo. Del deseo de un esparcimiento pasajero, pasé a la añoranza de un sentimiento duradero. Tras deleitarme con tus formas he empezado a disfrutar tu alma. Todo se ha vuelto dulzura, una auténtica caricia, la añorada en mi desesperanza.

Hoy intuyo que eres una hermosa realidad, idéntica al paradigma que ronda mis ensueños.


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Cartas a una amante")


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