miércoles, 30 de abril de 2008

CARTA XXIII: MIS MOTIVOS

Julio 18

Mi amor:

Hace mucho que mi infidelidad ha sido proclamada. Así que no te sientas culpable de acabar con una relación que había muerto cuando tú llegaste. Antes que se sorprendiera contigo mi mirada, ya le había anunciado a ella que me volvería infiel, hastiado de su enojo.

Su mal humor constante me lanza a los brazos de una amante. Y en mi desilusión comprendo a todos aquellos hombres frustrados por mujeres con corazón de piedra, y consiento no sólo sus amantes sino sus picardías galantes. Claro que aquellas cortesanas que acarician por dinero pueden ser más amorosas que las fieras que acechan en la intimidad de los hogares.

Conozco mis debilidades y el influjo seductor de las mujeres, pero creo que brazos más amorosos de mi debilidad me hubieran apartado. No fue así, y por el contrario, me abocaron a la determinación que estoy tomando.

Son los ambientes propicios los que el amante aprovecha como el delincuente. Son las circunstancias favorables las que hacen aflorar comportamientos que de otra forma permanecerían latentes.

Presiento que tu comprensión y tus caricias alejarán de mí la necesidad de continuar buscando las virtudes que en aquélla mujer jamás hallé y llenarán el vacío que me precipitó complacido al mundo de la infidelidad.


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Cartas a una amante")

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