viernes, 11 de julio de 2008

CARTA XXVIII: INDISCUTIBLEMENTE TE AMO

Julio 31

Mi amor:

Que fácil la sensualidad nos vence. De su cosecha tengo en mi mente imágenes fantásticas, sin embargo tan fugaces que quedan a la deriva en mi memoria frágil. Evoco exquisitas sensaciones de un placer intenso y momentáneo, cuyas artífices merecerían un mejor lugar en mi recuerdo. Pero no ocurre así con esas efímeras conquistas, hoy se me olvidan hasta los nombres de esas adorables mujeres que poseí o que me amaron. Que placer tan impersonal. La simple sensualidad es un gozo pasajero. Nada como el placer que depara un gran afecto. No busco en ti la simple sensación, voy en pos de un sentimiento que quede en mí grabado eternamente.

Mi corazón que ha sido receloso, sabe que la mujer comparte con el sol peligrosos y extremos atributos. Su calidez atrae, inocua se percibe, se advierte que sin ella no tiene posibilidad la vida. Pero también abandonado a su rayo abrasador todo se arruina. Una y otra vez me he debatido entre las bellas emociones del amor y el temor a sus heridas. Pero no postergaré más mi decisión. Me ratifico, quiero repetirte sin vacilación que se hicieron para ti mis sentimientos, mi alma, mi cuerpo y todas mis virtudes.

Has devuelto a mis ojos el brillo de la felicidad, borrado de mis labios el gesto de la frustración y la amargura, y encendido en mi corazón la llama del amor.

He vuelto a tener la maravillosa sensación de sentir que hay alguien que se angustia por mi ausencia, que me extraña, que guarda con ilusión mi nombre en sus suspiros.

Hermosa visión angelical, mi amor por ti no alberga duda.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Cartas a una amante")

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