viernes, 1 de agosto de 2008

CARTA XXIX: DESPUÉS DE NUESTRO ENCUENTRO

Agosto 4

Enternecedor copito:

Arde aún en mi piel el fuego de nuestro primer encuentro, y palpita mi corazón con la misma intensidad de cuando fuiste mía. Mi tacto trémulo guarda todavía el maravilloso recuerdo de tus íntimos secretos. Que hermosa comunión de dos seres que se aman, arrebato sublime en que se funden los cuerpos y las almas.

La maternidad que tan duras cuentas de cobro pasa a la belleza, fue indulgente con tu cuerpo y por ti pasó sin alterarte. No hay estría que delate la existencia de tus hijos, suave es tu piel, firmes tus senos, duros tus muslos, exquisito tu sexo como la fruta fresca.

Guardo el recuerdo de tus manos y tus labios aventurándose en mi cuerpo con temor, contenidos por un pudor no deseado. Guiados por el instinto y la pasión. Ansían mas no se atreven, esperan un guiño de mi parte. Pausadamente entro en tu piel, avanzo firme, exploro con ternura y con deseo. Voy en pos de tus zonas más ardientes, dejando en ellas el sello de mis labios. Tembloroso, siento tu ser bullir. El fuego abrasa, siento que gimes en éxtasis supremo.


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Cartas a una amante")

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