Eres el suelo que guarda
el polvo de mis muertos,
y que hace temblar mi corazón
en la distancia.
Eres la historia que se confunde
con la historia de mi casta
y el porvenir que aguarda
la savia de mis deudos.
Eres la emoción que una nota marcial
convierte en lágrima;
ausencia hecha nostalgia
en la orfandad que nace en el exilio.
Eres el aire que se escapa en mis suspiros,
el mismo que aspiro en mis mañanas,
y el soplo vital que corre por mis venas.
Eres mi cuna y potencial mortaja,
feudo grandioso
que sin ser mi heredad
me pertenece.
Eres mi tradición y mis creencias,
mi forma de ser y de expresarme,
impronta y troquel,
mi sello hasta la muerte.
Eres el cielo que imagino propio
y el suelo en que no me siento extraño;
eres la exaltación que me convierte en héroe:
mártir dispuesto a lucir tu pabellón como sudario.
Eres urdimbre de recuerdos rancios,
memoria de gestas que me jactan,
invocación de mitos y leyendas,
evocación de infortunios y calvarios.
Eres la estirpe en que se hermana
el prohombre del busto patinado
y la humanidad del humilde ciudadano.
Eres en últimas…
el alma del terruño
confundida con su par en mis entrañas.
LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Intermezzo poético – Razón y sentimiento")
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sábado, 10 de mayo de 2008
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