viernes, 29 de febrero de 2008

NO AL ABORTO*

Ante una nación que se disuelve en la pérdida del respeto por la vida, nada más absurdo que implantar por ley el más repudiable de los crímenes.

Tal es la desintegración moral de nuestra patria, que triste y vergonzosamente hoy se enarbolan como banderas anhelantes de victoria, propuestas como la de Emilio Urrea, que pretenden legalmente atentar contra la vida. ¡Abominable crímen contra la más inerme de las criaturas!

Que no procure para ello contar con nuestro auxilio. Como médico gineco-obstetra sólo me anima el deber de defender la vida, nunca de ultrajarla.

Equivocado está este candidato, a quien nadie ha coartado su derecho a la existencia. No es su carácter de legal el que exime al aborto de sus complicaciones, como tampoco el que hace limpia una conducta inmoral abiertamente.

Si sus argumentos tuvieran asidero inteligente, tal vez un día suprimiríamos la pobreza con el exterminio de las clases bajas, pero también con la pena de muerte acometeríamos contra la deshonestidad de nuestra clase dirigente.

Y si se hace realidad la afrenta y son fieles mis colegas a la rectitud y a sus principios, sería sólo el ponente de este penoso desatino quien en persona ejecutase los crímenes de su propuesta.


* Esta nota fue publicada en el diario colombiano “El Espectador” el 22 de enero de 1990 (pág. 4A) y hacía referencia a la propuesta de Emilio Urrea Delgado, dirigente liberal, senador y alcalde de Bogotá. Entonces el proyecto fracasó en el Congreso. Diez y seis años después, la sentencia C-355 del 2006 de la Corte Constitucional despenalizó el aborto en casos de abuso sexual, grave enfermedad materna y enfermedad fetal incompatible con la vida extrauterina.


LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Epistolario periodístico y otros escritos")

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