sábado, 9 de febrero de 2008

CARTA IX: ¿CÓMO NO HE DE SER INFIEL?

Junio 22

Princesita:

He llegado a ti luego de una penosa travesía por las sendas espinosas del amor. Más maltrecho que victorioso, pero más experto.

Éste que vez luciendo, casi cínico, el diploma de su infidelidad, un día fue un cándido marido que creía en el amor y en la perennidad del matrimonio. Que fiel a ese pensamiento soportó con resignación maltratos, suplicó mil veces, perdonó otras tantas y pidió perdón sin ser culpable. Todo por prolongar un sentimiento absurdo: un amor hilado a punta de ofensas y desprecios. A punta de suspicacias y recelos.

Me acogí a los santos, a Dios, al firmamento entero. Rogaba por la transformación de aquel temperamento inicuo. Y debió escuchar el Cielo mi llamado, porque aunque los ultrajes no cesaron, ni nunca brotó de sus labios una palabra amable, el amor por ese ser por quien yo daba la vida se evanesció definitivamente, me sentí intempestivamente libre, nuestras diferencias dejaron de importarme, de nuevo me dejé tentar por las mujeres. Se acabó la lealtad con quien me había fallado.

Sufrí mientras amé sin entender la razón de las actitudes agresivas. Con el tiempo me forjé un espacio para el romance fructífero y furtivo. Y no llegué a sentir contrición por mis deslices, por el contrario, cada aventura fue la compensación a cada instante amargo. Así, tan descarnado como lees, me volví infiel sin remordimiento alguno.

Ya ves, no es gratuita mi actitud ante el amor, ni mi infidelidad está libre de motivo.

LUIS MARIA MURILLO SARMIENTO ("Cartas a una amante")

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